domingo, 25 de septiembre de 2011

Una serie de catastróficas desdichas. Parte 1.

-Hola, soy el técnico.
-Ah sí, suba, le estaba esperando.
-Dígame, qué le pasa a su ordenador -pregunté para confirmar lo que habíamos hablado por teléfono-.
-No, mi ordenador está bien, ya le dije que solo quería instalar office.
Qué bien, -pienso-, en 20 minutos salgo de aquí.
-Tiene el cd?
-Sí, aquí lo tiene.
-Empecemos, pues.
Pulso el botón de apertura de la bandeja del cd. -Ummm, esto no abre-, varios intentos y no quiere abrir. Bueno, primer obstáculo, no pasa nada, debe haberse quedado un cd dentro. Saco un clip que llevo siempre conmigo y problema solucionado. Busco y rebusco en mi cartera pero no encuentro el clip. ¿Donde está el clip que tantas veces me ha sacado de algún apuro?. Me viene a la memoria que tuve que utilizarlo ayer en otra bandeja rebelde. Me lo dejé en ese cliente. Si va a ser cierto eso que dicen que los informáticos somos despistados!
-Caballero, no tendría usted un clip por ahí?
-Un qué?
-Un clip.
-Eso que es?
-Un hierrecito curvado que sirve para sujetar hojas -definición de primera hora de la mañana-
-Ah, un clip.
-sí, eso, un clip.
-Pues no tengo.
-Vaya! -exclamé-
Bueno, recuerdo que ántes de subir pasé por una tienda de chinos. Ahí tienen de todo.
-Voy al chino que hay al otro lado de la calle y vuelvo en 10 minutos -le dije a mi cliente-.
-De acuerdo.


-Hola, tenéis clips? -pregunté al dependiente chino-
-Qué?
-Clips.
-Qué?
-Cliiips.
-Quée?
-Nada, ya lo busco yo.
Sección papelería y no había clips. Busco en las dos secciones contiguas y tampoco hay clips. Debe ser el único chino en mil millas a la redonda donde no hay clips. Salgo a buscar otro chino. 10 minutos y varias vueltas después  lo encuentro (grácias al cielo, Madrid está llena de tiendas de chinos). Entro sin preguntar, busco la sección papelería y esta vez sí, allí estaban los clips esperándome. Bien, a partir de ahora todo irá rodado -me dije-. Subo, introduzco el extremo del clip por el agujero correspondiente y la bandeja se abre. Qué raro -pensé- no hay cd atascado. Meto el cd de office, el led del lector titila un par de segundos y nada. Botón de expulsión y cd no sale. Meto clip, se abre bandeja, saco cd, meto cd y otra vez lo mismo, meto clip, saco cd, meto un cd mío y exactamente lo mismo.
-Caballero, este lector no funciona.
-Sí, si ya lo intentó mi hijo que sabe mucho de ordenadores y nada.
Claro -pensé- llamar al técnico solo para instalar office, ¡como que no!.
En fin, tengo un lector en el coche, pero abrir el ordenador y manipularlo... Mi experiencia y la ley de Murphy me dice que haga solo y exclusivamente lo que he venido a hacer. Si abro el ordenador y mañana o el mes que viene se le estropea el ordenador al cliente ten por seguro que se acordará de que lo abriste cuando viniste a instalar office y tu serás culpable sin juicio previo de esa futura avería. Busco otra alternativa.
-Caballero, tiene algún otro ordenador?
-Sí, el portatil de mi hijo.
Genial, si su hijo sabe tanto lo tendrá bien preparado y yo necesito la red para conectarme al ordenador de sobremesa.
-Lo puedo utilizar?
-Sí, por supuesto.
Mi intención es copiar el cd de office en el portatil y pasarlo a través de la red al otro ordenador y luego 10 minutitos para instalarlo y servicio cumplido. Enciendo el portatil y arranca Windows... y arranca Windows... Y sigue arrancando windows. Casi 20 minutos arrancando windows. Mi desesperación iba en aumento. Aparece por fin el escritorio y un tapiz multicolor que apenas se dejaba ver oculto por un billón de billones de iconos sin alinear. Buff¡ ya podía intuir lo que me esperaba. Meto el cd en el lector, perdón, intento meter el cd en el lector, pues la bandeja de entrada no abría. Un deja vu quizá?
-Ese lector tampoco funciona -dijo mi cliente, que estaba sentado detras de mi y observaba atentamente todo lo que yo hacia-.
Volví la cabeza y mis ojos miraron directamente a los ojos de mi cliente. -Caballero, le importaría, si no es molestia que en lo sucesivo me avisara con antelación de cualquier situación anómala que en el futuro me pudiera encontrar.
-Sí, perdone, pero no estaba al tanto de lo que usted quería hacer.
-Claro. Continuará en la parte 2

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